He observado con alegría que los tiempos de la dura disciplina y el «porque yo lo digo» son cada vez más infrecuentes. No obstante, ahora se peca de lo contrario, de preguntar todo a los niños. Se nos olvida que la familia no es una democracia, y no todo lo pueden decidir por sí mismos. La razón es muy sencilla: no están capacitados. Está muy bien consultar a los niños sobre pequeñas decisiones del día a día, cómo ¿A qué quieres jugar?, pero hay cosas que no debes preguntar a tus hijos. ¿Cuáles? Sigue leyendo.
Aquí os dejo las cinco preguntas que NO deberíamos hacer a nuestros hijos y os explico por qué. Tranquilos, que además os sugiero qué otras cosas decir en su lugar.
1.- No preguntar «¿Qué quieres cenar?»
Esta pregunta no es adecuada porque afecta a la salud del niño. El niño puede decir que quiere cenar leche con galletas un día tras otro. O pasta con tomate, o incluso puede decir «Nada». No es por tanto una buena idea dejarlo en sus manos. La alimentación del niño debe estar planificada para asegurarnos de que toma los nutrientes necesarios para su desarrollo y que no ingiere cantidades excesivas de grasas y azúcar.
¿Qué podemos decir en cambio? Podemos ofrecer alternativas específicas si queremos que el niño elija. Por ejemplo «¿Quieres un bocadillo de jamón o un bocadillo de chorizo?». Lo mismo es aplicable a cualquier otra comida del día «¿Quieres llevarte para el almuerzo una pera o una mandarina?» En otros casos, directamente, evitaría darle opciones ya que el niño debe comer lo mismo que el resto de la familia, de manera que se acostumbre a comer de todo.
2.- No preguntar a tus hijos «¿Quieres medicina?»
Esta pregunta que he escuchado en algunas ocasiones me escandaliza de pies a cabeza. Un niño no puede automedicarse, de la misma manera que un niño no puede saltarse una medicación que necesita. Si tú crees que el niño se encuentra mal y necesita tomar una medicina, por ejemplo paracetamol para bajar la fiebre, dile «Es hora de tomar tu medicina» y punto. No dejes opciones ya que es algo obligatorio y que debe suceder ahora. Si por el contrario crees que está «pachucho» pero con descanso y sin medicación puede salir a delante, no le ofrezcas tomar un medicamento. Recuerda que los jarabes infantiles son pura glucosa, y por tanto, hay niños deseosos de tomar un trago de dulce.
3.-Evitar la pregunta «¿Me ayudas a recoger tus juguetes?»
Esta pregunta tiene trampa. Al preguntarla tú estás tratando de ser amable, pero corres el riesgo de que tranquilamente de diga «No». ¿Qué harías entonces? Tú ya te has ofrecido a recoger sus juguetes y tu personita te ha respondido a tu pregunta. No hay nada de malo en ello, con lo que ante esa respuesta, te verás obligado a recoger tú solo.
¿Qué puedes decir en cambio? Puedes poner el peso en que él o ella efectivamente va a recoger y qué quizá tú le puedas ayudar. «¿Quieres que te ayude a recoger tus juguetes?» Suena igual de amable pero el matiz es muy importante.
4.-No preguntar a tus hijos «¿Quieres ducharte?»
Esta pregunta es trasladable a cualquier otra rutina de higiene «¿Quieres lavarte los dientes?», «¿Quieres lavarte las manos?», etc. Si ya sabes que quieres que lo haga, no le preguntes, o de nuevo correrás el riesgo de que te diga «No». Entonces ya tienes la rabieta asegurada. De nuevo, para conseguir una conducta positiva puede ofrecer opciones controladas y que tengan el mismo resultado.
Por ejemplo, «¿Quieres ducharte o bañarte?» «¿Te lavas los dientes antes o después de leer el cuento?» Depende de tu flexibilidad, puedes ofrecer pequeñas variantes que no te supongan una gran diferencia. Si no hay posibilidad de variantes debes enunciar las frases de manera positiva «Después de hacer caca, nos lavamos las manos».
5.-No preguntar a tus hijos «¿Me voy y te quedas ahí solo?»
Esta frase es una amenaza en toda regla. Además, genera posibles miedos en el niño a ser abandonado. Por muy tozudo que se ponga en una situación, sea para salir de casa cuando debemos irnos o para regresar cuando estamos fuera, no se puede utilizar esta frase para hacer que el niño se mueva.
¿Entonces qué podemos preguntar o decir?
- Podemos acercarnos y reconocer sus sentimientos. «Veo que lo estás pasando muy bien» o «Veo que estás muy enfadado».
- Explicarle la situación. «Tenemos que irnos a casa porque se hace de noche» o «Debemos salir al cole porque ya va a tocar la campana».
- Decirle que no le vamos a dejar solo nunca. «Si no te mueves me voy a tener que quedar aquí contigo, porque mamá/papá no te van a dejar solo nunca». Muchas veces en este punto, al ver que no hay conflicto, abandonan su rabieta y comienzan a caminar.
- Felicitarle por su buena decisión una vez que decida moverse. «Has elegido bien, me alegro de que ya no estés enfadado».
Conclusión
Es normal que a veces hablamos sin pensar, pero espero que la próxima vez que vayas a preguntar algo a tus hijos, pares un segundo para ver si la pregunta está bien formulada o es oportuna. No te preocupes si una vez dicha te das cuenta de que no era adecuada, ya que este es el primer paso para hacerlo de manera correcta a la siguiente vez.
¿Cuáles de estas preguntas has hecho alguna vez a tus hijos? ¿Hay alguna pregunta que no deberíamos hacer y se me haya escapado? No dudes en dejar tus comentarios en el blog. T
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Gracias por leerme.
Gracias, Nuria. Es cierto que son frases hechas, que tenemos automatizadas, y nos salen sin pensar. Parte del trabajo de la maternidad y la paternidad es ser conscientes de lo que hacemos y decimos a cada momento porque siempre hay ojos y orejas prestando atención. Por eso, es tan díficil.
Un saludo. Mavi Pastor.