¿Te ha pasado alguna vez que disfrutabas de un libro, pero en las últimas páginas se tuerce y lo odias? El final es lo que nos deja un buen o mal sabor de boca cuando acabamos una lectura y por ello, es fundamental. Hace ya un tiempo de hable de cómo escribir un mal nudo y te conté cómo escribir un mal planteamiento. Y por eso, hoy toca explicar cómo escribir un mal final. Es decir, te voy a dar las claves de cómo no debes escribir el desenlace de tu obra. De esta forma, no arruinarás el buen trabajo que llevabas hasta el momento.
Tres claves para escribir un mal final
Desde luego, si quieres escribir un mal final, te voy a dar tres claves, los tres pecados capitales que no debes cometer en el desenlace de tu obra, sea novela cuento o relato. Si has leído mis otros dos artículos, no te sorprenderás con lo que viene, aunque hay una variación importante.
- Hazlo lento
- Acaba demasiado rápido
- Engaña al lector
¿Quieres saber más de cómo se suelen cometer estos errores para aprender a evitarlos. Sigue leyendo el siguiente apartado.
Cómo escribir un final lento
Alargar en exceso la historia una vez resulto el conflicto principal. Es fácil encariñarse de los personajes y no querer soltarlos, pero déjalos ir. Hay que darles un final, mostrar una ventana al futuro, pero no te pases de la raya.
Añadir conflictos cuando está a punto de resolverse todo. Si está todo aclarado, no metas un problema de última hora. el lector se cabreará y con razón. Es como enseñarle el hueso a tu perro y esconderlo detrás de la espalda. Una vez te lo perdona, pero si repites, perderá la paciencia contigo.
Romper el ritmo de tensión creciente con escenas que no aportan. Imagina: está todo a punto de resolverse y de repente, los personajes se ponen a dar un precioso paseo por el bosque contemplando cada una de las maravillosas especies que descubren a su paso. ¿Te corta el rollo, verdad? pues no lo hagas. Una vez has llegado al clímax, todo lo que pase debe ser relevante, imprescindible, en caso contrario, edítalo en la revisión. Po si no me has entendido, saca la tijera.
Cómo escribir un final rápido
Si bien mantener un buen ritmo durante toda la obra hará que tus lectores estén enganchados, tampoco se trata de correr, y en particular, no conviene acelerarse al llegar al final. Que sí, que tienes muchas ganas de contarle todo al lector y poner la palabra «FIN». Si te aceleras y no explicas las cosas, el lector se sentirá decepcionado. Hay tres errores que son bastante comunes.
Resolver el conflicto principal por arte de magia. Vamos que en un chasquido aquello que era un problemón, ya no lo es y, claro, el lector se queda chafado. Los técnicos llaman a esto un final Deus ex machina («por obra de Dios»), refiriéndose a cuando los autores del Grecia Clásica, sobre todo Eurípides, lo solucionaban todo al aparecer el Dios de turno que ponía paz en el asunto.
Dejar hilos abiertos. Eso está feo. Quiero decir: si no vas a solucionar un problema, no lo introduzcas; a no ser que se trate de una serie de libros, pero incluso así, en algún momento tendrás que cerrarlo. «Ya, Mavi, pero hay finales abiertos». Los hay, pero hay que saber hacerlos y desde luego, es la trama principal la que se deja abierta con un propósito definido, no un hilo suelto, o sea una subtrama. No hagas trampas, que el lector no te lo va a perdonar.
No permitir al protagonista completar su arco de desarrollo. Los personajes principales suelen tener un arco de desarrollo, un cambio, una transformación. Es por eso por lo que nos gustan las historias, para ver cómo unos sucesos impactan en una persona. Por tanto, tu protagonista debe sufrir un arco de desarrollo. Solo hay una excepción, el protagonista no cambia cuando es el motor que hace cambiar a todos los demás, por ejemplo: Forest Gump o Una rubia muy legal.
Cómo escribir un final engañoso:
Finalmente, para escribir un final en el que dejes al lector/a con la boca abierta, pero no en el buen sentido, solo tienes que seguir estos sencillos pasos.
Pásate de original: cambio radical de la historia. Un autor establece el tono y la premisa de su novela en las primeras páginas. Es como el Contrato Social de Rosseau, pero en libros, es decir, un contrato no explícito entre el lector y el autor por el cual el primero busca una cosa y el segundo se la ofrece. O al revés, ya me entiendes. Por tanto, si cuando llegas al final de una historia de fantasmas decides que estos se transformen en ballenas mutantes, el lector se enfadará. Ese no era el pacto. El pacto era una historia de fantasmas. Mantén tu compromiso con el lector para que su lectura sea lo que buscaba. Sorpréndele, pero no quemes la primera parte del guion.
Romper el tono del resto de la obra. Del mismo modo, en ese pacto lector-autor e establece un toono. Este puede ser humorístico, irónico, dramático, feelgood… en cualquiera de los casos, no conviertas una comedia en drama ni viceversa. Es decir, mantén tu tono de principio a fin, y si no lo has hecho antes, por bueno que sea ese chascarrillo que se te ha ocurrido al final, no lo metas, porque sacarás al lector de sus casillas.
Incomprensible: querer ser más listo que el lector. Este punto se parece al primero. Se trata de una manera de querer mostrar tu originalidad, o todo lo que sabes, dejando al lector fuera de tu viaje. Atento, amiga/o escritor/a: si el lector no te puede acompañar en este cierre del viaje, lo echarás todo por la borda.
Conclusión
Ahora que ya sabes cómo escribir un mal final, espero que escribas uno realmente bueno. Como profesora de escritura creativa se lo explico así a mis alumnos y les resulta divertido y práctico. Además, tengo grabada a fuego una frase de cuando preparaba mis oposiciones a profesora de secundaria que decía:
Partimos del error como base del aprendizaje.
Yo misma, hace unos veinte años.
Y es por ello, que creo que esta serie de artículos sobre cómo escribir un mal planteamiento, cómo escribir un mal nudo y cómo escribir un mal final te pueden ser de utilidad.
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Fotos: Pexels. Foto de Ana Arantes